"Es difícil, es muy difícil aceptar que no te la puedes, pero cuando lo haces y te abres a la terapia, te das cuenta que es posible vivir tranquilamente. Mis pensamientos dejaron de torturarme y hacerme creer que soy la peor persona del mundo. Ahora disfruto todo, me miro al espejo pensando que solo soy yo, siendo yo, sin ninguna exigencia"
Imara, 24 años.